En diciembre de 1946, en la Revista Anales de Buenos Aires, dirigida por Jorge Luis Borges, aparecía “Casa Tomada”. Julio Cortázar ya había publicado algunos cuentos antes en revistas pequeñas, había escrito una novela que nunca editó –“¡600 páginas de máquina!” escribe en una carta– e incluso había publicado un libro de poemas bajo el seudónimo de Julio Denis. Pero nada de esto se compara con “Casa Tomada”. El estilo meticuloso, juguetón y extraño que se ve en este cuento podrá rastrearse en toda su obra. Y quizás no sea gratuito que ésta narración abra la primera colección editada de cuentos del autor: Bestiario.
Cortázar, durante su estadía en Mendoza hizo amistad con varios artistas. “[En Mendoza] Están los dos mejores grabadores del país: Víctor Delhez y Sergio Sergi. Gomez Cornet, que pinta esas deliciosas figuras de ‘changos’ (…); también está Roberto Azzoni (…), y finalmente, en escultura, el gran Lorenzo Domínguez.” Pero fue con Sergio Sergi y su esposa, Gladys Adams, con quienes entabló la relación más afectuosa. Inclusive cuando Cortázar estaba viviendo en París, la correspondencia entre ellos continuaba.
A finales de 1946, Cortázar se encontraba en Buenos Aires y les envió a Sergio Sergi y a Gladys Adams un ejemplar de la revista Anales de Buenos Aires, donde había salido recientemente su cuento “Casa Tomada”. La publicación venía acompañada de ilustraciones de Norah Borges y Sergi pareció no sentirse a gusto con tales ilustraciones. En una de sus cartas, Cortázar le pregunta: “¿Tan malos son los dibujos de Norah?”, dando a entender que en la carta anterior, Sergi había manifestado su disgusto.
Jorge Luis Borges, en unas charlas con Fernando Sorrentino, le contó sobre un encuentro con Cortázar.
F.S.: ¿Le agradaban los cuentos fantásticos de Julio Cortázar?
J.L.B.: Sí, me agradaban, y ocurrió un pequeño episodio… ¿Se lo he contado ya?
F.S.: No.
J.L.B.: Yo me encontré con Cortázar en París, en casa de Néstor Ibarra. Él me dijo: "¿Usted se acuerda de lo que nos pasó aquella tarde en la diagonal Norte?". "No", le dije yo. Entonces él me dijo: "Yo le llevé a usted un manuscrito. Usted me dijo que volviera al cabo de una semana, y que usted me diría lo que pensaba del manuscrito". Yo dirigía entonces una revista, Los Anales de Buenos Aires (una revista ahora indebidamente olvidada), que pertenecía a la señora Sara de Ortiz Basualdo, y él me llevó un cuento, "Casa tomada"; al cabo de una semana volvió. Me pidió mi opinión, y yo le dije: "En lugar de darle mi opinión, voy a decirle dos cosas: una, que el cuento está en la imprenta, y dentro de unos días tendremos las pruebas; y otra, que ya le he encargado las ilustraciones a mi hermana Norah". Pero, en esa ocasión, en París, Cortázar me dijo: "Lo que yo quería recordarle también es que ése fue el primer texto que yo publiqué en mi patria cuando nadie me conocía". Y yo me sentí muy orgulloso de haber sido el primero que publicó un texto de Julio Cortázar. Y luego nos vimos un par de veces en la UNESCO, donde él trabaja. Él está casado -o estaba casado- con la hermana de un querido amigo mío, Francisco Luis Bernárdez […]. Bueno, como le decía, nos vimos creo que dos o tres veces en la vida, y, desde entonces, él está en París, yo estoy en Buenos Aires; creo que profesamos credos políticos bastante distintos: pero pienso que, al fin y al cabo, las opiniones son lo más superficial que hay en alguien; y además a mí los cuentos fantásticos de Cortázar me gustan. Me gustan más que las novelas suyas: creo que en las novelas él se ha dedicado demasiado al mero experimento literario, a ese experimento del que no diré que inventó, pero del cual abusó, William Faulkner y que se encuentra también en Virginia Woolf: el hecho de invertir el orden cronológico en la narración -que me parece el orden natural- y de contar las historias barajando un poco el orden en que ocurren los hechos. […].
Mientras Cortázar siga siendo leído, seguirán habiendo múltiples respuestas a los misterios de sus obras. Y mientras siga habiendo lectores ávidos por buscar respuestas, más ricas serán las lecturas de sus textos. Es por eso, quizás, que un cuento como “Casa Tomada” sea tan emblemático: porque deja el espacio suficiente para que el lector juegue un papel protagónico en la construcción de la historia.
Programación: Gonzalo Prado
Guion: Gabriel Romero
Experiencia Cortázar